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La historia de Graffiti por Harvey Smith

  • Foto del escritor: Carolo López-Quesada
    Carolo López-Quesada
  • 10 jun
  • 3 Min. de lectura

 

 

 

Algunas veces he escrito, que para un jinete de primerísimo nivel, el Gran Premio del CSIO de Aachen, es indispensable. En el caso de Harvey Smith, no podía ser de otra manera.

La “Historia “ del caballo con el que ganó en Aachen Harvey, es un tanto curiosa.  Nos referiremos a ella, recuperando notas del libro del propio Harvey Smith.

 “En Alemania encontré un caballo llamado Music Centre. Era uno de los caballos más cuidadosos que he visto en mi vida. No podía creerlo, pero era casi imposible poder derribar con él. Compré al caballo, y en casa trabajando no iba mal del todo.

Cuando me informé de la historia del caballo, resulta que había sido criado en Leicestershire. Era medio familiar de Specify (caballo que había ganado el Grand National) , y de Jungle Bunny (que corrió con Lionel Dunning).

Su vida en concurso hípico había sido iniciada por Ted Williams, con muchos problemas, ya que se paraba y le ponía en el suelo.

Se vendió a Willy Melliger, en Suiza,  y le corrió algunos concursos.  Como el caballo se le paraba, decidió venderlo en Austria.

En Austria lo montaba Boris Boor, y le bautizaron de nuevo al caballo como Abor.

Como seguía sin cambiar sus malos hábitos, se fue a Alemania, a las manos de Dieter Hoster. Ganó algunas pruebas con él, pero volvió a las andadas, poniendo en el suelo a su jinete. Ese es el motivo por el que vi el caballo en Alemania, y lo compré.

Al llegar a casa le cambié el nombre y pasé a llamarle Graffiti. Estuvo dos meses realmente calmado. Le llevé a correr a Hickstead, en donde ganó dos pruebas y decidí en ese momento que no era tan malo como pensaba.

En los cuatro o cinco años que tuve el caballo, ganó más pruebas conmigo, que ningún otro caballo en mi historia. Tenía en potencia un Boomerang, aunque no tenía la  cabeza y el corazón de ese gran monstruo del salto. No tenía que ocuparme de los derribos, mi única misión era ponerlo en su ritmo.

Le llevé al CSIO de Roma y ganó cuatro pruebas.

Un día sin motivo alguno, me pilló desprevenido; al pasar un salto , se paró en seco y me dejó sentado en el suelo, con  el filete en mi  mano y las riendas rodeando el cuello de Graffiti. No había razón alguna para hacer lo que hizo.

Al día siguiente, salió y ganó la prueba. Era muy raro el caballo.

Todo el mundo decía que era un excelente caballo de velocidad,  pero en 1.977 ganó 7 Grandes Premios como un perfecto reloj. Le llevé al CSIO de Aachen, en donde corrió cinco días y ganó varias pruebas, incluido el Gran Premio.

Al año siguiente lo volví a llevar a Aachen, con las mismas expectativas, y no fue capaz de saltar un solo palo.

Realmente tenía una mentalidad muy curiosa. Al principio de su vida deportiva, no tenía ilusión alguna por su trabajo, por lo que me pasé la vida “empujándolo y empujándolo“. Sin embargo, era un saltador tan natural y extraordinario, que cuando estaba en armonía era todo elemental.

Cuando sus facultades empezaron a fallar, lo retiré para los niños. Aunque ganó algunas pruebas, no funcionó del todo bien. Era contra natura para un jinete no demasiado experimentado.

El mejor piropo que puedo decir de este caballo, es que era capaz de ganar a Boomerang en 9 de cada 10 pruebas que competían juntos. No en las muy grandes, que entonces Boomerang era superior; en las no descomunales de grandes, siempre podía con Boomerang”.

Lamentablemente para nosotros los españoles, Harvey Smith y Grafitti dejaron en segundo lugar en ese Gran Premio de Aachen de 1.977, a Luis Álvarez Cervera con Val de Loire.

 

Carolo López-Quesada

 
 
 

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