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Comanche el caballo del General George Armstrong Custer

  • Foto del escritor: Carolo López-Quesada
    Carolo López-Quesada
  • 3 nov
  • 2 Min. de lectura

 

Les voy a ofrecer una imagen de Comanche, el que fuera caballo del General George Armstron Guster, y que le sobrevivió a la batalla de “Little Bighorn”.

Cuando el 7º de Caballería, capitaneado por el General Custer perdió la batalla terrible de Little Bighorn antes las tribus Lakota, Cheyenne y Arapahoe, Comanche fue encontrado posteriormente con vida aunque en malas condiciones.

Les voy a ofrecer las bonitas palabras que han escrito sobre este caballo en la revista italiana Cavallo Magazine:

“Cuando lo encontraron, tenía más heridas que fuerzas, pero no se había desplomado. Lo llevaron a Fort Leavenworth y lo trataron como se trata algo que ya no pertenece sólo a los soldados, sino a la memoria colectiva.

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Le llevó meses volver a caminar sin dolor. Durante su convalecencia, recibió una concesión extraordinaria: nunca más volvería a ser montado. No por lástima, sino por reconocimiento. Se había convertido en un símbolo, no en una reliquia. Un caballo «fuera de servicio», pero no desechado. Se le permitió vagar libremente por el fuerte, entrar a los establos cuando quisiera, recibir visitas y honores militares. La tradición dictaba que, cuando los soldados se lo encontraran, debían saludarlo. Una costumbre no escrita, nacida espontáneamente: un símbolo viviente de la caballerosidad militar estadounidense.

Cuando murió en 1.891, fue embalsamado y aún se conserva en la Universidad de Kansas, donde incluso hoy una mirada silenciosa se encuentra con su presencia inquebrantable. No como un símbolo de la victoria, sino como un testigo.

¿Qué queda de su historia en nuestro mundo moderno? Quizás la conciencia de que el caballo, en los pliegues de nuestra historia, no ha sido simplemente un compañero o un instrumento. Ha sido una presencia viva en las decisiones, los miedos y los destinos humanos. La pradera, aquel día de 1.876, no eligió a quién recompensar. Pero la resistencia de un caballo se convirtió en memoria, y aún hoy nos recuerda que, incluso en las páginas más duras, el caballo nunca es un detalle.

Comanche no había elegido entrar en la historia. Pero la historia, a veces, elige a quienes portan la verdad de una supervivencia que no exige aplausos. Y en las leyendas del Oeste, donde el heroísmo a menudo es ruido, la suya es la historia de un suspiro: el que sigue a la batalla y el que acompaña al último superviviente”.

Carolo López-Quesada

 
 
 

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